lunes, diciembre 11, 2006

Más que una Muerte, una Oportunidad


Con la muerte de Pinochet pareciera que todos los chilenos tenemos que tomar partido. Da la sensación de que hay que ser partidario o detractor, reconocerle o no la calidad de presidente y creer que su gobierno fue bueno o malo. No hay lugar para indefiniciones.

Sin embargo, existe una generación de personas que hemos vivido la mayor parte de nuestras vidas en democracia y para quienes no es prioridad tomar parte en discusiones que sabemos no van a generar nada positivo.

Para algunas personas Pinochet, como personaje político, murió hace muchos años, otros quieren mantenerlo vivo en el recuerdo para siempre, pero existe un grupo de personas que vemos la muerte de Pinochet como una oportunidad para dar lugar a una nueva etapa.

Una nueva etapa en que realmente se logre la anhelada reconciliación. Las nuevas generaciones debemos ser capaces de terminar con las divisiones que ha producido nuestra historia y no catalogar a las personas por su pasado político, sino por sus propias ideas y accionar.

Una etapa en que los servidores públicos actúen sin barreras ideológicas y que no se vean restringidos por fantasmas del pasado. Que lo anterior permita trabajar en equipos técnicos que busquen el bien del país en su totalidad y que nunca más beneficiar a un sector político o social signifique perjudicar a otro.

Una etapa en que se analice lo que se ha hecho en el país sin sesgos. Que las cosas no sean juzgadas como buenas o malas por quién las hizo sino por los efectos y resultados que produce. Que la Ley Orgánica Constitucional de Educación sea criticada por sus efectos y que no sea defendida por los partidarios de quienes la hicieron y destruida por sus detractores.

Por otra parte, esta nueva etapa genera un espacio para que se reordene el mapa político.
La concertación estaba unida por Pinochet y hoy se acaba una unión que para muchos resulta artificial.

La oportunidad que genera para Chile la muerte de Pinochet es la de terminar con odios innecesarios transmitidos de generación en generación. ¿Qué hacía esa cantidad de jóvenes celebrando la muerte de alguien que en muchos de los casos dejó de gobernar antes de que nacieran?

Históricamente, en el mundo, las dictaduras o gobiernos autoritarios han terminado con guerra civil. El gobierno de Pinochet terminó a través de elecciones populares y sin mayores conflictos. Esperemos que su muerte sea aprovechada como una oportunidad de olvidar y dar vuelta la página en forma pacífica y que quede en manos de la historia el revisar lo bueno y malo del período que hoy se cierra.

2 comentarios:

Marta Salazar dijo...

gracias Carol! toda la razón!

Anónimo dijo...

Eso fue lo que se supone que hicimos los españoles en la llamada Transición, a la muerte de Franco, y parecía algo logrado y consolidado. Sin embargo, a la vuelta de los años, se ha visto que la izquierda nunca perdona, y ahora quieren resucitar todos los muertos, todos los conflictos, para ajustar cuentas con el pasado, y reescribir la historia, con el riesgo de repetirla.
A los chilenos el consejo: escarmentad en cabeza ajena, nunca dejéis de trabajar por la reconciliación, nunca, hay quien mantiene vivo el deseo de venganza por los siglos de los siglos, y no son todos, son algunos. Vean por ejemplo cómo los perjudicados por el comunismo han sabido pasar página y mirar hacia delante; pero los comunistas no.
Esto enseña la Historia.