martes, abril 22, 2008

Argentina : Rebelión en la granja


Nuevamente, Hugo Perini nos ha regalado un excelente artículo para Planisferio, esta vez, sobre Argentina. Lo transcribo a continuación, no sin antes darle las gracias -y ¡muchas!- en nombre de todos los lectores de Planisferio.

La presidenta Kirchner ha logrado lo que nunca se había logrado antes en la Argentina: que los pequeños y los grandes propietarios rurales enfrentaran conjuntamente al gobierno. Cabe destacar que en los distritos electorales de productores medios y pequeños, la candidata Kirchner sacó más votos que a nivel nacional, hace apenas medio año atrás.

Antes de entrar de lleno en el conflicto, permítaseme hacer algunas consideraciones, para que se pueda comprender las causas del mismo y su probable desenlace:

1. La Argentina, a diferencia por ejemplo de Chile, Perú, Venezuela, exporta mayoritariamente alimentos, que constituyen la base de la dieta de su población. Para evitar que el incremento registrado en el precio internacional de los mismos repercuta en los sectores menos favorecidos, el gobierno aplicó derechos de exportación sobre los envíos de alimentos al exterior, para así mantener abastecido a un precio razonable el mercado interno, llegando en algunos casos, como las carnes, a prohibir lisa y llanamente su exportación. Cabe señalar que China y Vietnam, por ejemplo, han tomado medidas similares, prohibiendo las exportaciones de arroz. La presidenta Kirchner no solo ha mantenido esta política, sino que ha intentado incrementar las alícuotas, frente a aumentos en los precios internacionales, lo que desató el presente conflicto con los productores agropecuarios.

2. Las principales bases de recursos del fisco argentino, luego de la gran devaluación de 2001/2002 son: los derechos de exportación y el impuesto al cheque, ambos de fácil y elevada recaudación, en un país que no se caracteriza por un alto grado de moralidad tributaria.

3. La Constitución de la Nación Argentina establece que será competencia del Congreso Nacional el dictado de todas las normas vinculadas con los derechos aduaneros, siendo los ingresos recibidos por tal concepto coparticipados entre la Nación y las Provincias. Sin embargo, pese a lo claro del texto constitucional, basándose en una legislación dictada durante los gobiernos de facto, en los que no funcionaba el Congreso, sucesivos gobiernos desde 2002 dispusieron que el producido de los dos impuestos comentados quede en su totalidad para la Nación, quien utiliza lo recaudado a través de los mismos para disciplinar políticamente a las provincias y para comprar la voluntad de sus gobernadores, muy especialmente los de otros signo partidario.

Así se llega al presente conflicto, en el que ambas partes han establecido una tregua hasta el 2 de mayo próximo mientras tratan de obtener beneficios: el gobierno de la presidenta Kirchner por un lado, reiterando que no va a dar marcha atrás con el aumento de las retenciones, origen del conflicto, trata de romper el frente agropecuario, ofreciéndoles otros beneficios solo a los productores pequeños y medianos, para volverlos nuevamente a tener de su lado y alejarlos así de los grandes, a quienes intenta presentar ante la sociedad como solo interesados en su propio lucro, sin tener en cuenta el hambre del pueblo. Los productores pequeños, aceptan por su lado los beneficios que se les ofrecen especialmente, pero sin renunciar al pedido de derogación del aumento de las retenciones, que fue lo que movilizó a todo el sector.

Debe quedar en claro -pese a cierta grandielocuencia en los dichos de los actores, especialmente los pequeños productores- que esta es una típica rebelión fiscal: solo en virtud del último aumento de los derechos de exportación aquellos comenzaron a esgrimir argumentos constitucionales en su contra e invocaciones al federalismo, que nunca antes habían sido expuestos desde su implantación, por la sencilla razón de que pese a todo ganaban mucho dinero, motivo por el cual votaron masivamente por la candidata Kirchner, como se ha señalado.

Por su parte el gobierno -con una inflación creciente y un nivel de gasto público desbordado durante 2007 en razón de las elecciones- no tiene demasiado márgen de maniobra para prescindir del resistido aumento tributario dispuesto, salvo aumentar la presión fiscal a otro sector –la industria por ejemplo- o devaluar, pero claro, cualquiera de las dos medidas significa un replanteo profundo de la coalición económica que llevó al matrimonio Kirchner al poder.

En suma, ambas partes negocian mientras velan sus armas


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