martes, septiembre 05, 2006

Incentivos en Educación

Grande fue mi impresión cuando supe que en una comuna rural cercana a Santiago, empresas vitivinícolas esperan que los alumnos de colegios municipales salgan de cuarto medio y les ofrecen cursos técnicos pagados, para que después trabajen en la viña. ¡Que bueno! – pensé yo-. Pero no. A la Viña le cuesta encontrar alumnos dispuestos a ello, ya que a muchos no les interesa ingresar a educación superior.
Por otra parte, una vez escuché a Claudio Orrego, alcalde de Peñalolén (uan comuna de clase media de Santiago), decir que gran parte de los profesores de colegios municipales de su comuna NO creen que sus alumnos llegarán a la universidad. Lo mismo pasa con gran parte de los alumnos, NO ven como real la opción de acceder a la educación superior.
En Chile, una persona con estudios superiores gana en promedio 4,2 veces lo que una persona con educación media completa. Pero, si los alumnos no quieren estudiar o, los que quieren, no creen que van a llegar a la universidad y los profesores que los preparan tampoco, ¿de qué estamos hablando? Es lo mismo que un entrenador preparando un equipo para ser campeón nacional de fútbol, pero sin confiar en sus jugadores. Es lo mismo que esos jugadores no crean en ellos mismos ni en su entrenador o que no les interese ganar. ¿Quién pensará que ese equipo tiene alguna opción de ser campeón nacional?
Ahora bien, quizás cambian las cosas si comienzan ganando el primer partido, luego ganan una vez de visita y después le ganan al puntero. Los jugadores se motivan y son capaces de ganar con la ayuda o pese a la desconfianza del entrenador.
Eso es parte de lo que podemos hacer por mejor nuestra educación. Incentivar a los alumnos para que vean la opción de la universidad o de los estudios superiores como algo real, e involucrar y entusiasmar al entorno familiar en esta tarea. Lograr que tanto el alumno como sus padres crean que no importa cuál sea el origen social o la escolaridad de los padres, que ellos si pueden acceder a la educación superior.
La semana pasada estuvo en Chile, el doctor en Educación Gregory Hodge, director de la escuela secundaria "Frederic Douglass Academy", ubicada en el barrio de Harlem, Nueva York, que tiempo después de haber cerrado por los altísimos índices de violencia y magros resultados, hoy deja al 100% de sus alumnos egresados con un pie en la educación superior, incluso en las mejores universidades americanas.
Hodge señala que parte importante del trabajo que han hecho, basado siempre en la cultura de la responsabilidad y del éxito, es llevar tanto a los alumnos equivalentes a sexto año básico, como a sus padres, a las universidades. De esta forma, se les incentiva mostrándoles el acceso a la educación superior como una opción concreta, real incluso para ellos.
Creo estar en lo cierto al afirmar que a nadie le dan ganas de ir a una playa del Caribe si no tiene idea qué hay allá, si no ve fotos o alguien le cuenta características o situaciones que hagan verlo como un lugar atractivo para ir.
Señala Hodge que llevar a los alumnos y a sus padres a la universidad, los motiva tanto al conocer qué es lo que específicamente ahí hay, que cambian su actitud frente a lo que para ellos era una obligación. A partir de ese momento se transforma en una realidad que quieren y creen poder alcanzar.
En el fondo, la clave está en los incentivos. Incentivar a padres, apoderados y alumnos a poner los medios para llegar a la educación superior, internalizando la educación como un bien y generando un cambio de conducta que, en definitiva, puede cambiar radicalmente la vida de una persona.

5 comentarios:

Dieguistico! dijo...

Siempre pensé que el mayor drama de quienes actualmente están en la pobreza es ni siquiera tener esperanzas de salir de pobres.
Lógicamente, quien no tiene esperanzas de superarse ni siquiera lo intenta, y ve cumplidas sus propias profecías. Un verdadero circulo vicioso de la pobreza.

En este sentido hay una lamentable diferencia con la generación de nuestros abuelos, quienes tenían la esperanza de progresar mediante el trabajo y la educación (la famosa frase "m´hijo el dotor"), y muchas veces lo lograban en base a su perseverancia.

Marta Salazar dijo...

lo más triste no es la pobreza, sino la desesperanza, la desidia, la inercia, la falta de holgazanería,

veo que Chile se acerca cada día más a Europa... y no siempre copia lo mejor.

En todo caso, yo conozco algunos chicos que aquí salen del colegio aquí y no tienen trabajo, pese a que quieren trabajar.

Y si los mandamos a Chile, ponemos una agencia, Tipo Pérez Rosales (fue el que llevó a los primeros colonos alemanes a Chile, por allá por el lejano siglo 19) y así ganamos algo de plata,

qué te parece Carol? Ponemos la agencia?

Marta Salazar dijo...

perdón, quise decir el exceso de holgazanería o la holgazanería en general,

preferí poner esta palabra en vez de flojera, porque es más international, cmabié la formulación de la frase y ahí se produjo la falla...

Javier Bazán Aguirre dijo...

Acabo de leer tu artículo en "La Segunda".
Quieren entrar a la universidad, pero piensan que sólo las carreras profesionales son las rentables. ¿Dónde quedan los técnicas?
En los países desarrollados los técnicos son bien evaluados.
Estoy de acuerdo contigo con la resposabilidad y el éxito personal. Lo importante es el esfuerzo, no importa que como Rocky, la primera pierda. Se esfuerce, pues se le pueden abrir otras posibilidades que no había pensado.
Otro. ¿Por qué todos tienen que ir la universidad, si hay personas que nunca han ido, e igualmente son éxitosas?

Marta Salazar dijo...

como publicaron la columna de Carol también en La Segunda, me di una vuelta por el diario, leyendo los mensajes escritos por el público.

Hay algunos muy interesantes, por ej., este que me gustaría copiar aquí:

"Denise Bravo, 17:07pm, 07-09-2006, Chile

Interesante planteamiento, el tema de motivar a los alumnos sea con la Universidad o con un programa técnico en una viña. El problema es que quizás los jóvenes y profesores sólo están siendo realistas y ven que por muy soñadores que sean su nivel de educación no está al nivel de los alumnos que llegan a la universidad. Hice clases de preparación a la antes llamada PAA e infructuosamente intenté enseñar técnicas para responder los ejercicios, etc, hasta que un día les pedí que me leyeran en voz alta un texto (analizaríamos la comprensión de lectura) y alumnos de cuarto medio de un colegio público leen al nivel de un niño de quinto básico de un colegio privado. Obviamente ninguno de mis entusiastas alumnos saco ni siquiera el puntaje mínimo para postular, por lo que si los jóvenes de hoy están desmotivados y no ven la Universidad como una opción, creo que se entiende plenamente. Es real, la brecha es demasiado grande y las autoridades se han demorado DEMASIADO tiempo en reaccionar."