lunes, noviembre 01, 2010

Después de la muerte de Kirchner: el cambiante humor de los argentinos


Una vez más, Agustín Mackinlay, es tan amable y nos regala uno de sus estupendos artículos, el link es ANACICLOSIS & LIQUIDEZ: EL (CAMBIANTE) HUMOR DE LOS ARGENTINOS:

ANACICLOSIS & LIQUIDEZ: EL (CAMBIANTE) HUMOR DE LOS ARGENTINOS
"La borrachera del éxito es lo que más perturba el liderazgo" — Felipe González


Por AM

Recibo llamados desde Ámsterdam y Barcelona de gente perpleja e incrédula frente al fenómeno Kirchner: "¿Es que se han vueltos locos los Argentinos? ¿Cómo se puede explicar semejante histeria?" A mucha gente en Europa le cuesta entender lo que está sucediendo. A primera vista, esta incredulidad tiene cierta razón de ser. Columnistas ferozmente anti-Kirchner hace una semana ensalzan ahora las virtudes del líder trágicamente desaparecido. Vuelan las (muy) audaces comparaciones: Perón, Evita, el Che — muy pronto San Martín. Criticado hasta hace pocos días por la hiper-corrupción [ver], por la inseguridad galopante y por su apoyo a Hugo Chávez, Néstor Kirchner se está convirtiendo en uno de los grandes ídolos políticos de la Argentina. De pronto, la carrera de la Sra. de Kirchner se ve impulsada por un envión que, nos aseguran, arrasará a toda oposición.

¿Qué está pasando?

Anaciclosis & liquidez
Hay una explicación. Los argentinos no somos ni más ni menos histéricos que los suecos, los holandeses o los catalanes. El problema está en el diseño institucional del país, que deja una serie de variables-clave —la competitividad y, en última instancia, el empleo— excesivamente vulnerables frente a cambios en el ciclo económico global. Podemos medir estos cambios con cierta precisión a través de indicadores de liquidez global (*). Con esta idea en mente, si 'ponderamos' el legado económico de los presidentes argentinos, llegamos a interesantes resultados:

(1) Carlos Menem: muy popular en su primer mandato. ¡"Boom" de liquidez global! (+14.2%, marzo 1995).

(2) Carlos Menem: extremadamente impopular en su segundo mandato. ¡Colapso de liquidez global! (—4.7%, agosto 1998).

(3) Fernando De la Rúa: muy impopular. Sequía de liquidez global (+1.3%, abril de 2001).

(4) Néstor Kirchner: muy popular. ¡Histórico "boom" de liquidez global! (+22.8%, septiembre de 2004).

De ahí provienen los bruscos cambios en el humor político del país. Muchos argentinos piensan que Néstor Kirchner fue un genio y que Fernando de la Rúa fue un incapaz porque no discriminan el contexto en el que actuaron. Sería interesante saber cómo hubiera actuado el Sr. Kirchner —¡que era menemista!— hacia 1999-2000, en plena sequía de liquidez. Con el mismo criterio, acaso el Sr. De la Rúa no hubiese quedado tan desprestigiado si le hubiese tocado un "boom" de liquidez comparable al de 2003-2007. Recordemos, una vez más, las enormes diferencias en el valor del dólar, en la cotización de la soja y en el nivel de las tasas de interés internacionales entre 1999-2001 y 2003-2007 (o 2009). La Argentina de Fernando de la Rúa carecía de competitividad por el alto costo de la mano de obra y del capital. Hacia 1999, el nivel de empleo corrigió bruscamente a la baja — y con él la popularidad del presidente. Luego vino su propio hara-kiri: el impuestazo del Sr. Machinea, el caso del juez Liporaci, los super-poderes al Sr. Cavallo.

¿Cómo evitar los bruscos mood swings?
La Argentina puede hacer muy poco para suavizar los ciclos globales. Pero sí puede atenuar el impacto de estos cambios en las variables económicas domésticas. Por empezar, no tenemos moneda propia. Por más que nos aseguren lo contrario, el peso es apenas un medio de pago para transacciones pequeñas. Dada la ausencia de un banco central independiente, no es ni puede ser unidad de cuenta ni reserva de valor. Desde este punto de vista, el Sr. Kirchner innovó menos de lo que se cree: el peso sigue atado al dólar — solo que a un nivel diferente. Cuando venga un fase bajista del ciclo global (y el dólar se aprecie frente al real, entre otros), la Argentina no podrá ajustar el tipo de cambio sin generar un gran salto en las expectativas inflacionarias. En otras palabras: la ausencia de un banco central des-politizado nos "ata" invariablemente a los vaivenes del ciclo global.

Pero esto no es todo. Si algo demuestra la experiencia, es que una reforma monetaria de por sí no arregla el problema. Esto fue lo que 'hundió' al Sr. Menem. La convertibilidad fue la única reforma institucional seria. Bajo su presidencia, la independencia judicial fue deliberadamente destruida. Desde Montesquieu y Adam Smith, sabemos lo que esto significa: alto costo del capital. Cuando el dólar se apreció en el mundo entero (1997-2000), la Argentina sufrió el doble demonio de un alto costo de la mano de obra y —simultáneamente— alto costo del capital. El país era económicamente inviable. Mientras tanto, la idea del neo-kirchnerismo parece ser: más de lo mismo. La Sra. Cristina apostará el futuro del país a la continuidad del actual super-ciclo de liquidez global. No habrá gobierno moderado.
* * *
¡Prepárese para más mood swings!

(*) Defino la Liquidez Dolarizada Global como la suma de los titulos del Tesoro estadounidense comprados por la Reserva Federal (sumado a otros factores que, desde la crisis de 2008, inciden en la base monetaria) y los títulos depositados en custodia en la Fed, pero que pertenecen a bancos centrales del resto del mundo. Esta segunda variable es un proxy para medir el papel del dólar como moneda internacional de reserva.


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