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sábado, septiembre 22, 2012
La mejor protección frente a las tentaciones de la política monetaria es una sociedad orientada hacia la estabilidad
Agradezco la bandera alemana a Wikipedia
El 18 de septiembre, en Frankfurt, en el marco del 18° Coloquio del Instituto de investigaciones históricas bancarias (Institut für bankhistorische Forschung, IBF), el Pdte, del Banco Central, Jens Weidmann pronunció un excelente discuros, titulado: Papel moneda - financiamiento estatal - inflación. ¿Se refiere Goethe a un problema central de la política monetaria? (Papiergeld – Staatsfinanzierung – Inflation. Traf Goethe ein Kernproblem der Geldpolitik?
Pueden leerlo completo, en la página del Banco central Lamentablemente, sólo en alemán y no en inglés...
Agradezco la foto de Jens Weidmann a Wikimedia y a Chatham House
Weidmann comienza definiendo qué es dinero: dice que es lo que cumple la función como dinero. En efecto, dado que el dinero se define de acuerdo a su función, en principio, hay una serie de objetos que pueden ser usados como dinero: tanto como medio de intercambio, como medio de pago y como depósito en que se conserva el valor.
Durante los más largos períodos de la historia de la humanidad, objetos concretos fueron empleados como dinero; en estos casos, hablamos de dinero mercancía. Especialmente, disfrutaban de esta calidad, metales preciosos y escasos. En primer lugar, el oro que, debido a su valor intrínseco, gozaba de una gran confianza.
El dinero que, sin embargo, en forma de notas bancarias o monedas llevamos actualmente con nosotros, no tiene nada que ver con el dinero mercancía. Desde que, en 1971, se terminó el patrón oro para el dólar norteamericano, la relación con las reservas de oro no existe más.
En otras palabras, el dinero que nosotros conocemos hoy, no está en absolutamente respaldado por un valor tangible. Los billetes no son nada más que un pepel impreso. Los conocedores saben que el euro no está impreso en papel, sino en algodón. Las monedas con metal con un relieve.
Que nuestras monedas y billetes sean diariamente aceptados como medios de pago tiene más que ver con el hecho de que son la única moneda legal en curso. En última instancia, ello radica en la suposición de la población en el sentido que ese papel-moneda que recibo en pago, me servirá, a su vez, para yo poder también comprar algo.
En este sentido, dinero es tan sólo una convención social. Carece de un valor propio; su único valor radica en su misma utilización. En efecto, su valor surge a través de su mismo intercambio constante y en su uso como dinero.
Más adelante, se refiere a los bancos centrales. El poder financiero de un banco central es, en principio ilimitado, ya que no tiene que trabajar antes de entregarlo a la circulación o de realizar pagos. El dinero, es creado prácticamente de la nada.
La impresión de dinero es, en este caso, una imagen adecuada; sin embargo, desde el punto de vista económico, echar a andar la imprenta no es necesario, ya que la creación de dinero se refleja, en primer término, en el balance del banco.
Agradezco el retrato de Goethe (realizado por Johann Heinrich Wilhel Tischbein, 1751 a 1829) a Wikimedia y al Städelsches Kunstinstitut, de Frankfurt.
En una escena de Fausto (segunda parte), Mefisto entrega al emperador un certificado, un diploma que el emperador firma. Mefisto lo copia varias veces (recordemos que, en aquella época, no había fotocopiadoras, nota del blog) y, durante un baile de máscaras, entrega a los acreedores del emperador.
Como ocurre en Fausto II, el estado, en un primer momento, puede deshacerse de su deuda, mientras aumenta fuertemente la demanda de los consumidores. Con ello, se logra un boom temporal que es, sin embargo, de corta duración. Luego de pasado este corto auge, la medida, degenera en inflación y, debido a la rápida desvalorización del dinero, se destruye el sistema monetario.
Es sorprendente como Goethe -en la segunda parte de la tragedia Fausto- reconoce el peligroso potencial dela conexión entre creación de papel moneda, financiamiento estatal e inflación. Con ello, describe un problema central de toda impresión de dinero que no esté respaldada. Por algo –diría yo– Fausto es una tragedia.
El profesor de Sankt Gallen Hans Christoph Binswanger, que estaba presente durante la conferencia de Weidmann, estudió el tema, formulando la siguiente tesis: Goethe presenta a la economía moderna, con su creación de papel moneda, como la continuación de la alquimia por otros medios. Mientras los alquimistas clásicos intentaban convertir el plomo en oro, en la economía moderna, se trata de hacer dinero a partir del papel.
En la relativo a la independencia de los bancos centrales, Weidmann senala que, considerando que los bancos centales tienen el poder de crear dinero casi desde la nada, nos preguntamos ¿cómo podemos asegurarnos de que el dinero será sólo el suficiente y, por consiguiente, conservará su valor? Ante la posibilidad de crear dinero más o menos sin restricción ¿no es muy grande la posibilidad de abusar de este instrumento y, lograr una meta a corto plazo, en circunstancias que, a largo plazo, probablemente los daños serán aún mayores?
Sí, esta es una tentación real y -a lo largo de la historia- han sido muchos quienes han caído en ella... Una mirada al pasado, nos lleva a comprobar que las instituciones estatales encargadas de crear moneda, fueron establecidas, muchas veces precisamente para permitir al monarca, un acceso libre a fondos aparentemente ilimitados.
A través del acceso estatal a los bancos centrales, el requerimiento de un mayor financiamiento del estado se expandió aún más. El resultado se tradujo en que, gracias a la inflación, se produjo una pérdida de valor de la moneda.
Fue justamente teniendo en cuenta esta experiencia que, en las décadas pasadas, fueron creados bancos centrales independientes, obligados a asegurar el valor del dinero, para así, impedir la apropación estatal de la política monetaria.
La independencia de los bancos centrales es un privilegio extraordinario. Sin embargo, no es un fin en sí mismo. Más bien, tiene como finalidad esencial asegurar, de manera fidedigna, que la política monetaria sea libre para concentrarse en mantener estable el valor del dinero.
La independencia de la política monetaria y un una brújula guiada por la estabilidad monetaria de quienes tienen la responsabilidad de tomar las decisiones son condiciones necesarias -aunque no suficientes- para que conservar el poder adquisitivo del dinero y con ello, la confianza de la población.
Para lograr la confianza, es necesario que los dirigentes del banco central sean conscientes que ellos administran un bien público: el dinero estable y que, en consecuencia, deban justificar su actuación ante la sociedad. En efecto, la mejor protección frente a las tentaciones de la política monetaria es precisamente una sociedad instruida y orientada hacia la estabilidad (*).
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(*) "Der beste Schutz gegen die Versuchungen in der Geldpolitik ist eine aufgeklärte und stabilitätsorientierte Gesellschaft".
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