Agradezco la foto (Frankfurt) a mi querido amigo Patricio Aguilar Rios.
Ayer, Welt dió a conocer en exclusiva los resultados de un estudio de la consultora McKinsey, sobre los efectos del euro sobre los países de la unión monetaria y las perspectivas para el futuro: Durch den Euro gewinnen alle Mitglieder = con el euro, ganan todos los miembros.
Lamentablemente, el informe no está a disposición libre en internet (aún); sin embargo, entre ayer y hoy, la prensa especializada ha publicado y comentado los resultados. Y han aparecido también bastantes voces críticas (ver Euro-Propaganda von Springer und McKinsey = Propaganda a favor del euro de Springer y McKinsey), como ocurre en toda sociedad libre y pluralista, en que existe un sano debate de ideas.
A continuación, resumiré los principales resultados del estudio, realizado por un equipo encabezado por Eckart Windhagen.
La primera conclusión es que todos los países de la Unión monetaria han sido beneficiados con el euro. El país más beneficiado, ha sido Austria, como ha comentado abundantemente la prensa del país vecino, desde ayer (Der Euro hilft allen - Österreich am meisten = el euro nos ayuda a todos, especialmente a Austria; o bien Österreich größter Euro-Profiteur = Austria, la gran ganadora del Euro).
Las ganancias, en cuanto a nivel de vida y crecimiento económico, de los países más fuerte de la Zona no han ido, de ninguna manera en desmedro de los países más débiles, nos explica los expertos. No se trata de ganar a costa de los otros, sino de que todos han ganado, en mayor o menos medida. Incluso, los países en crisis, presentan un saldo positivo en este sentido (*).
Hasta el ano 2010, se calcula que Austria ha ganado en un 7,8% de su PIB; Finlandia, en un 6,7%; Alemania 6,4%; Holanda 6,2%; Italia 2,7%; Portugal 2,1%; Francia y Espana 0,7% y Grecia, 0,1%. De manera que no han ganado sólo los grandes, sino todos, en relación a su relativa fuerza económica.
Estas ganancias provienen de un más intenso intercambio comercial, de la reducción de los costos de interés y de la eliminación de los gastos técnicos, tales como cobertura de riesgo cambiario.
Windhagen explica que las diferencias entre las ganancias de los países se entienden ya que la introducción del euro aumentó la presión en el sentido de aumentar su competividad. Algunos países -como Alemania- se adaptaron a las nuevas circunstancias y realizaron las reformas necesarias. Otros, como Francia, perdieron competividad. Sin embargo, ganaron debido a los bajos intereses de sus bonos (ver mi artículo Euro Bonos o Eurobonos y fondo comunitario para pagar deudas).
Para los países en dificultades, McKinsey aconseja llevar a cabo una combinación entre disciplina presupuestaria y la implementación de reformas estructurales. Esto es, más o menos lo planteado por el gobierno alemán hasta ahora. Sólo así se logrará un mayor crecimiento y un menor endeudamiento.
Uno de los principales problemas de los países de la Zona euro es que las condiciones de cada uno de ellos se han ajustado muy poco durante los últimos anos. Precisamente, en los países más débiles, el costo de la mano de obra subió en forma desproporcionada, lo que disminuyó su competividad. Falló el mecanismo de igualación que existe, en los EEUU, la movilidad, por ejemplo. Así, el 2008, sólo un 0,18 de los ciudadanos se trasladó a otro país a trabajar. En EEUU, la cifra llega al 2,8%.
Acerca de los escenarios que se han planteado, Frank Mattern, jefe de McKinsey en Alemania aclara que la división de la Zona euro en Norte y Sur traería consigo una disminución de crecimiento de 5% para el núcleo de Europa y de 10% para la periferia. Aparte de las turbulencias en el mercado financiero y de los disturbios sociales que esto podría accarrear.
La proposición consistente en que el Banco central compre bonos estatales de los países en dificultades tampoco es solución. Impediría las reformas estructurales y las posibilidades de crecimiento. La economía crecería apenas en un 0,6%. El sobreendeudamiento continuaría creciendo.
El mismo panorama se presentaría si la Zona euro se transformara en una zona de transferencias de países más fuertes hacia los más débiles. Las transferencias eliminarían los incentivos para que los países sobreendudados pusieran en orden su economía. Simplemente, no tendrían aliciente para realizar reformas y se debilitaría aún más su desarrollo económico. Calcula el estudio que la economía crecería en el Norte en un 1,3% y en el sur, en 0,8%.
La mejor de las soluciones, según los expertos, consiste en realizar reformas estructurales, en combinación con un estricto control de la política financiera. En otras palabras, el mismo curso que, al parecer, se ha acordado seguir por la dupla Francia-Alemania. En este escenario, la economía crece entre 2011 y 2016, en 0,7% en la periferia y en 1,9% en el núcleo. Hasta el 2016, crecería la deuda, pero a partir de esa fecha y gracias a la mayor potencia económica, disminuiría.
Sabemos que el camino es difícil; pero es mejor iniciarlo ya y en el curso correcto, antes de tener que corregir el curso a mitad de camino. Gracias a McKinsey por el estudio.
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(*) Para aquellos que, en países en dificultades, insisten -muchas veces tejiendo extranas teorías conspiranoicas- en que Alemania ha gestado la crisis, para ganar con ella, les recomiendo leer ¿Se ha beneficiado Alemania a costa de la crisis?
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