martes, enero 02, 2007

Ejecutado

¿Su muerte lavará los pecados de los demás?

Juan Carlos Salinas Cortez


La horca acabo con su vida. Antes de morir hablo de Alá y del profeta Mahoma y sugirió que Irak sin él no es nada. Rasgos de soberbia típicos de un dictador sea este de oriente u occidente. Los patrones siempre se repiten.

Con su ejecución se busco Justicia. ¿Con su muerte se busco terminar la invasión de EE.UU en Irak? Sólo la cabeza alocada de G. Bush lo sabe. ¿Lo sabrá?

Sadam Husein Abdelmayid Abdalgafar, antes que nada, fue un invento de Estados Unidos, de Europa y de la ex Unión Sovietica, que vieron en él la frontera para detener a la religiosa Irán. Sin embargo Husein fue más allá quizo todo el power y se les escapo de las manos de sus creadores e invadió Kuwait y mato y mato a los que consideraba sus enemigos.

Solo la tragedia del 11-S impulsó a George Bush, hijo, a terminar definitivamente con lo que su padre había empezado. Una invasión definitiva contra Irak fue lo planeado. El aliado de antes se volvió en el peor de los enemigos.

En el medio de este horroroso juego geopolítico, miles y miles de civiles, militares, niños y mujeres murieron. Y surgió la tan macabra frase de efectos colaterales a las muertes de civiles iraquies.

Se colgó al dictador con él ¿se colgó a la injusticia?,¿ a la soberbia? La respuesta se hunde como en la arena. Dudoso muy dudoso. Creo que esta muerte, de alguna manera, es un bálsamo para los miles y miles de torturados durante el gobierno de Husein. Sin embargo, me queda la duda, ¿había que esperar 28 años para los 'especialistas' en política internacional se dieran cuenta que entres sus aliados tenían una manzana podrida?.

1 comentario:

Unknown dijo...

Pienso que la manzana podrida les sirvio en algunos escenarios, tenían que hacerlo desaparecer ya que Occidente temia bastante a Hussein, y un largo proceso o una condena perpetua no anularía su amenaza, por eso lo ejecutarón de prisa, era tal la urgencia que compartían con algunos paises occidentales y varios lideres árabes temerosos de que por boca de un dictador que una vez fue amigo, se divulgaran comprometidos secretos.