Primera entrega, antes del debate y votación en el Senado
Jide Martins
Lagos, 27 abril 2006.
Se debate ferozmente el intento del General Olusegun Obasanjo, para presentarse de nuevo a las elecciones presidenciales cuando expire su mandato electoral el próximo año. Se confirma así una tendencia de las culturas africanas de permanecer en el poder. Una vez que se ha ejercido autoridad sobre el pueblo, es contrario a la mayoría de las costumbres ancestrales retirarse para que elijan a otro más joven. En Costa de Marfil el Presidente era una especie de padre de la patria que murió en el poder. En Camerún y Kenia ocurrió lo mismo. En Congo tuvieron éxito en echarlo fuera pero se necesitó una guerra para hacerlo. Otro tanto ocurrió en Uganda. El caso de Zimbabwe es actual y dramático.
Obasanjo ha cumplido ya 70 años; además ya estuvo en el gobierno del 1973 a 1979 como resultado de un golpe de estado militar; pero le cuesta renunciar a la autoridad. No parece que sea simple ambición de poder. El piensa honestamente que el país se vería sumido en caos si no continúa, y es muy probable que sea así.
La constitución de 1999 prevé dos mandatos electorales de cuatro años cada uno. No permite más; sin embargo Obasanjo y su partido están llevando a cabo unas propuestas para enmendar la constitución permitiendo un tercer mandato de cuatro años. Las enmiendas son bastantes y muy diversas, pero el debate se ha calentado por ese "tercer mandato." Se necesitan dos tercios de votos favorables en la asamblea nacional y en las asambleas de los estados de la república federal pero es muy posible conseguirlos dado el grado de corrupción de los políticos en las varias asambleas.
Está claro que Obasanjo está detrás de esto pues no ha negado su intención de presentarse a las elecciones, si las enmiendas se aprueban; además, ni su partido ha presentado a un nuevo candidato, ni él está dispuesto a que haya otros candidatos en otros partidos pues no tolera ninguna oposición a este plan.
Ha viajado a los Estados Unidos recientemente para buscar el apoyo de Bush. Bush y Blair no se han pronunciado (al menos públicamente) en favor de un tercer mandato, pero han dicho que apoyarían la democracia y que es asunto interno de los nigerianos el decidir sobre su constitución.
La asamblea nacional está en estos días debatiendo las enmiendas ferozmente. Muchos de sus miembros perdieron todo decoro en insultos y casi peleas físicas cuando al parecer se dieron cuenta de que Obasanjo había introducido subrepticiamente una enmienda más, a saber, la de privar a los gobernadores de los estados de un "tercer mandato". Argüían que si él quería continuar, tenía que dar esa misma prerrogativa a los gobernadores y aseguraban que sin ella, las asambleas en los estados no aprobarían las enmiendas.
Las pasiones están muy altas. La gran mayoría de la prensa nacional y las encuestas que se han conducido entre el público están muy en contra. Los obispos, declararon que no es ético cambiar las reglas del juego a mitad de partido. Muchos temen que Obasanjo se convierta en un dictador de por vida si logra manipular la constitución para satisfacer un deseo personal. Los políticos de la oposición están movilizándose y amenazando una confrontación violenta. El país está al borde de un conflicto.
Algunos, cercanos al Presidente, dicen que Obasanjo piensa que el país no está preparado para la sucesión (elegir a otro) y evitar la lucha que se desencadenaría para conquistar el poder. Estos colaboradores dicen también que las reformas económicas iniciadas por su administración correrían el peligro de ir a la deriva con un cambio de gobierno.
Es cierto que la sucesión es muy conflictiva en Nigeria (siempre tuvo que intervenir el ejército con golpes de estado), por eso, comentan algunos, Obasanjo debería haber preparado la sucesión. También es cierto que es posible un giro total a las reformas si sale elegido un candidato populista; el país ha estado cambiando políticas en los sucesivos golpes de estado y no ha habido inversiones ni desarrollo por la incertidumbre que tal inestabilidad lleva consigo.
Mientras tanto el país sigue sin desarrollarse. Las inversiones son mínimas por la incertidumbre y la falta de infraestructuras: electricidad, agua, carreteras. Además la corrupción sigue creciendo a pesar de algunos intentos de restringirla. Recientemente la ministra de hacienda, Ngozi Okonjo-Iwealla, ha revelado la cifra de los fondos entregados al gobierno a nivel nacional, estatal y local en concepto de su participación en los ingresos de las ventas del crudo. Más de un trillón de millones de Nairas (1 Euro = 175 Nairas). Si estos fondos se hubiesen invertido, el país estaría en camino del desarrollo. La ministra, que antes de ser nombrada para el ministerio de hacienda como una tecnócrata, ocupaba un alto cargo en el Banco Mundial y que ha logrado sacar al país de la trampa de la deuda, ha puesto al Presidente y sus ministros, así como a los gobernadores y jefes de los gobiernos locales en berlina. Ahora el electorado puede confrontarlos: ¿a dónde a ido a parar ese dinero?
Y si las enmiendas a la constitución se aprueban y estos políticos se presentan de nuevo a las elecciones, ¿los elegirá el pueblo? Es posible, dado que la gran mayoría de la población tiene poca capacidad crítica. Los políticos pueden fácilmente persuadirles de que ellos tienen todas las soluciones. Se necesita pues una nueva generación de personas formadas y competentes en la res pública que sean íntegras y que sepan organizarse en partidos para vender sus programas.
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