domingo, diciembre 03, 2006

¿Es la unidad un bien moral?

Ya me he referido antes a las fuerzas centrífugas, a veces abiertamente independentistas, que existen en España por parte de los nacionalismos de algunos territorios. Un elemento que ha entrado en el debate un poco por sorpresa es la pretensión de algunos obispos españoles de sentar públicamente el principio de la unidad de España como valor moral. El asunto tiene particular actualidad y relevancia ante el proceso de redefinición de la idea de España y del peso de las fuerzas nacionalistas en la política nacional. La cuestión suscita muchas preguntas espinosas:

- si la unidad es un bien moral ¿el nacionalismo es un mal moral?
- ¿debe un católico defender la unidad de España?
- ¿es el católico nacionalista un mal católico y, por tanto, un mal ciudadano?
- ¿qué debemos entender por unidad? ¿y por nacionalismo? ¿y por valor moral?
- etc.

Se esperaba que la Conferencia Episcopal Española abordara este tema en la reciente (23 de noviembre) Instrucción Pastoral Orientaciones morales ante la situación actual de Españaun documento con el que los Obispos ofrecen su aportación al discernimiento que hoy es necesario hacer, en unos momentos de especial complejidad. El texto pretende favorecer la comunión eclesial y animar a los católicos a participar activamente en la vida pública, al tiempo que quiere ayudar a todos a descubrir las implicaciones morales de la situación actual, con la convicción de que ello es un requisito indispensable para una sana vida democrática”.

La Pastoral toca muchas más cuestiones, como se puede apreciar en el resumen que de ella se ofrece. La de la unidad es una más, y no de las más importantes; pero como no acabo de tener una idea definitiva al respecto, la resalto, por si sirve para un debate con cuyas aportaciones logremos argumentos y criterios útiles.

Para hablar con fundamento, recomiendo la lectura de los puntos de la Pastoral que hacia el final se refieren a esto (nn 70 a 76), y que podrían resumirse, con los riesgos de toda simplificación, en el siguiente párrafo:
En esta cuestión, la voz de la Iglesia se limita a recomendar a todos que piensen y actúen con la máxima responsabilidad y rectitud, respetando la verdad de los hechos y de la historia, considerando los bienes de la unidad y de la convivencia de siglos y guiándose por criterios de solidaridad y de respeto hacia el bien de los demás. En todo caso, habrá de ser respetada siempre la voluntad de todos los ciudadanos afectados, de manera que las minorías no tengan que sufrir imposiciones o recortes de sus derechos, ni las diferencias puedan degenerar nunca en el desconocimiento de los derechos de nadie ni en el menosprecio de los muchos bienes comunes que a todos nos enriquecen.
Para dar alguna pista más, copio la respuesta del Cardenal Primado, D. Antonio Cañizares, en una entrevista concedida a Libertad Digital (25 de noviembre):

Es un bien moral que estemos unidos, que tengamos una tradición común, que vivamos en una solidaridad de muchos siglos, es un bien moral que vivamos en una historia compartida. (...) Son muchos aspectos de bienes morales los que están en juego”. Recordando que Benedicto XVI ha tenido siempre muy presente en su magisterio que la unidad y las raíces son fundamentales para la unidad de Europa, “cuando el Papa habla sobre la unidad de Europa, lo que dice es aplicable también a España”.

Pienso que es una cuestión interesante para un abierto debate, pues lo que sí está claro es el llamamiento de los obispos a formarse un criterio y a actuar en consecuencia. Y nadie está libre de este problema, si no que se lo pregunten a Canadá, o Bolivia, o...

6 comentarios:

Marta Salazar dijo...

Gracias Alberto!

Tu artículo y las citas al documento me dejó pensando. Y no será que esta es una materia en la que los cristianos católicos (como les decimos en Alemania) tienen libertad? Libertad para ser nacionalistas o para no serlo...

Si yo fuera espanola, defendería el derecho de todo cristiano a opinar libremente sobre el tema. Sin anatemizar al contrario.

Supongo que el documento lo que hace es llamar participar en política responsablemente "pechando" con la propia decisión.

Hay una costumbre que considero muy negativa, entre algunos cristianos, de querer siempre saber "qué dice la Iglesia". Es que la Iglesia, en la gran mayoría de los temas, no dice nada.

Son los laicos, en uso de su libertad (que no es un mal, sino un bien) quienes tienen que decidir de acuerdo a su conciencia (bie formada) y a sus convicciones libérrimamente qué opinan, a qué movimiento adhieren, qué posición defienden, etc., etc.

Pienso yo al menos y en esto, creo que estoy en la misma línea en la que el Vaticano 2 hizo tanto hincapié.

Un abrazo Alberto y GRACIAS!

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

Sí, desde luego, existe esa -maldita- tendencia a responsabilizar a la jerarquía de la Iglesia -más que a la Iglesia, que son todos los católicos- de las tomas de postura, alimentando así la crítica de que están condicionados por los mandatos de los obispos. Es una irresponsabilidad grave. Peo a la jerarquía le corresponde iluminar y animar, y es lo que hace en este caso, me parece, suscitando una cuestión muy interesante, la de la caridad, que hoy llaman solidaridad, en este caso aplicada a la unidad de las naciones tradicionales; pero que también se puede aplicar a las relaciones interpersonales, familiares, ciudadanas, continentales y globales, como pasa con los grandes principios.

Marta Salazar dijo...

gracias Alberto! No me queda claro si tú piensas que es ésta una materia en que los católicos espanoles tengan libertad para estar a favor o en contra de la unidad.

Un teólogo suizo del cual he leído algunas cosas (Rhonheimer, católico pero de origen judío, extraordinario) ponía como ejm., en una discusión pública que tuvo con un profesor (universitario) alemán cercano al integrismo, que, en la época de la Unidad italiana, era considerado poco menos que un gran pecado estar a favor de la unidad, porque esto significaba el fin de los Estados pontificios. Pero que ahora, desde la perspectiva histórica, se ve que no fue correcto imponer a los creyentes estar en contra de la unidad.

El caso de Espana es ciertamente muy distinto.

Pero insisto en la interrogante: es ésta una materia en que los católicos espanoles tengan libertad para estar a favor o en contra de la unidad?

Un abrazo y gracias por tomarte el tiempo para responderme.

Eugenio dijo...

En mi opinión, la jerarquía católica es la que debería declinar dar su opinión en muchos temas que no tienen que ver directamente con la religión.

Marta Salazar dijo...

que tengan que ver con la fe y la moral!

sí, declinar dar su opinión y más que eso: que los clericales de siempre (incluidos casi todos los partidos demócrata cristianos del mundo) dejen de pedirle constantemente su opinión, para tratar de que sea exactamente la misma que la que sustentan los miembros del partido. Y de influir en tal sentido.

Antes, existía un clericalismo en que la religión parecía estar sobre la política, ahora es exactamente al revés: la política parece estar sobre la religión.

La frase no es mía, sino de un historiador que conozco. Y supongo que se aplica a la mayoría de los países del mundo.

Eugenio: México puede ser una excepción histórica, y haber tenido problemas totalmente diferentes, por lo del violento Kulturkampf que vivió;

pero a Europa occidental (y a muchos países americanos) se aplica, pienso yo, plenamente lo que dice mi amigo.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Quede claro que los católicos españoles tienen libertad para ser nacionalistas o defender la unidad, además de que sobre esto hay muchos matices; de hecho, pienso que el texto de los obispos está matizado hasta el extremo: se temía una declaración polémica por lo contundente, y al final no ha sido este tema sino el del terrorismo y el del laicismo el que se ha debatido aquí.
Además, creo que en el caso de España hay que tener en cuenta que nunca ha existido un partido democristiano, al menos importante, y que no lo hay ahora; por tanto, los obispos se quedan muchas veces solos a la hora de dar orientaciones morales, que dirigen a los católicos, por supuesto, y a todos los ciudadanos que las quieran escuchar, no a los simpatizantes de ningún partido.
Sin embargo, reflexionando sobre esto y otras cosas, acabo de enviar la siguiente carta a un periódico de mi país:
Basta contemplar un mapamundi para darse cuenta de que el catolicismo en el mundo es obra de España. La evangelización de América y Filipinas y lo que pudieron salvar las armas españolas en Europa, quizá con las únicas excepciones de Lituania y Polonia. Por esto, cuando veo el odio que se ha desatado en mi propia patria hacia la idea de España, más aún, hacia la idea de una España unida y proyectada al mundo en gesta civilizadora cristiana, cuando en lugar de orgullo percibo escarnio y rechazo por nuestra historia común, no puedo dejar de pensar que España está pagando en sus carnes el odio que los incrédulos sienten por el catolicismo, como en los tiempos de la Leyenda Negra, solo que ahora con la complicidad entusiasta de sus propios hijos.
Quizá sea a esto a lo que se refieren algunos obispos cuando han hablado del valor moral de la unidad de España, quizá sea esto lo que no se han atrevido a -o querido- exponer en su reciente instrucción pastoral; pero es lo que a mí me viene pareciendo. Comprendo que habrá muchos excelentes católicos a los que esta tesis les irrite; pero ¿qué quieren que les diga?, fue Pablo VI quien dejó escrito que la ruptura entre Evangelio y cultura es el drama de nuestra época, y Juan Pablo II quien señaló que sólo a través de la cultura la fe cristiana llega a hacerse histórica y creadora de la historia.

¿Audaz? Un saludo