La Iglesia católica y el Gobierno españoles acaban de llegar a un acuerdo histórico sobre financiación de la primera. En síntesis, el acuerdo consiste en la supresión de la dotación directa del Estado a la Iglesia y en la elevación al 0,7 (era del 0,52) del porcentaje del IRPF que los contribuyentes pueden aportar voluntariamente, marcando la casilla correspondiente en su declaración.
El sistema español de financiación de la Iglesia católica data de la etapa de compromisos y acuerdos que llamamos “Transición” (paso del régimen de Franco al de la actual democracia constitucional, segunda mitad de los 70), y tiene como marco jurídico fundamental el Concordato, acuerdos entre la Santa Sede y el Estado español, de carácter internacional, y la Constitución española, que establece un régimen de cooperación de los poderes públicos con las confesiones religiosas. Simplificando mucho, pero creo que exponiendo lo fundamental, el Estado se comprometía a aportar una cantidad determinada, destinada principalmente al sostenimiento del clero, cosa que últimamente se hacía completando directamente lo que faltaba tras la asignación voluntaria de los contribuyentes de un porcentaje de su impuesto de la renta. Esta cantidad tiene una justificación histórica concreta, las desamortizaciones de bienes eclesiásticos realizadas por los gobiernos liberales del siglo XIX, puras y llanas confiscaciones realizadas con la excusa de hacerlos más productivos.
Los acuerdos Iglesia-Estado de los 70 reconocían la provisionalidad del sistema de financiación, cuya revisión se ha ido posponiendo por ambas partes durante años. El clima revisionista y en cierto sentido laicista del actual gobierno ha llevado a que ambas partes se sienten y lleguen a un nuevo acuerdo, que satisface moderadamente a las dos. El Estado ya no tendrá que asignar nada a la Iglesia de sus presupuestos, y la Iglesia ve aumentado el porcentaje que recibe vía impuestos; aunque ha tenido que renunciar a un 0,1% de lo que pretendía. Además, la Iglesia pierde las exenciones impositivas de que gozaba –IVA, por ejemplo-, cosa difícilmente sostenible en el marco jurídico de la Unión Europea. Ahora la Iglesia está al albur de la voluntad de los contribuyentes, a los que no les cuesta más ni menos dinero contribuir o no (no es como en Alemania), algo que viene haciendo uno de cada tres en los últimos tres años. Los Obispos son conscientes de que habrá que hacer campaña, lo que ya vienen haciendo, como recogí en mi blog en su momento.
Conviene no obstante apuntar algunos datos que ayuden a situar la cuestión. La financiación vía IRPF sólo supone el 30% de la financiación total de la Iglesia; estamos hablando por tanto de una cantidad importante pero en absoluto decisiva. Por otra parte, el Gobierno insiste estos días en que este es el comienzo del camino que debería llevar a la total autofinanciación de la Iglesia. En el fondo, subyace una visión estatalista –socialista, al fin-, que considera el dinero del presupuesto como del Estado, y no de los ciudadanos, del que los gobernantes serían dueños y no administradores, que es lo que, entiendo, deberían de ser. Porque en realidad el Gobierno no da dinero a la Iglesia, si no que pone a disposición de los ciudadanos su organización recaudatoria para que la financien si quieren, en parte –y pequeña-.
Por otra parte, algo huele a podrido en la postura de los sectores más laicistas del Gobierno si se compara el sistema de financiación que pretenden para la Iglesia católica con el que está previsto, por ejemplo, para los partidos políticos y los sindicatos, o con el régimen de subvenciones de otras actividades de interés social como el cine, la música, el deporte, etc. Abunda en la confirmación de esta tesis la insistencia por parte de algunos de incluir el dinero de los conciertos con las escuelas católicas entre el que el Estado entrega a la Iglesia. Otra vez la visión estatalista, en esta ocasión de la educación, lleva a separar la enseñanza de iniciativa social del sistema nacional educativo, que estaría formado únicamente, según esta visión, por la enseñanza mal llamada pública, que es en realidad de iniciativa estatal, porque pública es toda. Este engaño es especialmente lacerante por cuanto la enseñanza privada –católica o no-ahorra mucho dinero al erario público –es más barata y, por lo general, más eficaz-.
Por último, convendría recordar que la aportación de la Iglesia al Estado en términos materiales es gigantesca en el caso de España (escuelas, asilos, hospitales, asistencia a inmigrantes, mayores o menesterosos, actividades caritativas, y un largo etc.); sin contar con la aportación inmaterial –espiritual-, mucho más importante y decisiva para la construcción de una sociedad más humana, aunque comprendo que esto último es aún más difícil de explicar y de compartir.
9 comentarios:
Excelente artículo! Gracias Alberto!
Qué es el IRPF? Impuesto... religioso... personal... financiero, me rindo, prefiero que tú me lo expliques.
Es lamentable lo que los Gobiernos hacen con la Iglesia.
En Argentina ha pasado en muchas ocasiones que se dio un enfrentamiento severo entre el Presidente y diversos Obispos.
Es realmente una lástima que la figura representativa de un país se enemiste con algo tan Grande (en todo sentido) incluso sobre la voluntad del pueblo.
Perdón: el IRPF es el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, lo que paga cada uno por lo que gana con su trabajo. Espero que se entienda ahora, el Derecho Tributario nunca me gustó...
Gracias Alberto, sí, se entiende!
Un saludo grande!
me parece que es una magnifica idea, las iglesis no deben ser sostenidas por los paises, pq? por iglesia y estado no son lo mismo, el estado es un organo del pueblo y la iglesia representa adios, el estado debe tratar temas como derecho y economia, mientras que la iglesia solo debe hablar de la religion, como iglesia, si quieren crearse un partido politico y hacer politica eso no esta mal, pero no hacer politica desde la religion, me parece que es mesclaro lo fisico con lo espiritual
Esto es algo muy novedoso para mi. No hubiera pensado que existiera algún país donde una parte de los impuestos, voluntaria o no, pudiera ir a parar a la Iglesia. Ahira veo que es algo común en varias partes del mundo.
Que bueno resulta enterarse de la vida en otros países, sirve para abrir la mente a ideas nuevas.
Hola Chimbo, muy entretenidos y divertidos tus blogs.
Lo que pasa es que en muchos países de Europa, el estado confiscó todos los bienes de la iglesia, con los que se mantenía.
De ahí, la gran responsabilidad -por no decir culpa- del estado frente a la Iglesia.
Perdón si insisto y resulto pesado: el Estado no financia a la Iglesia, sólo pone su organización recaudatoria al servicio de las personas que quieran financiarla por ese sistema, como hace -o debiera-, con todo lo demás, pues el Estado no es más que el modo de organizarse los ciudadanos para su propio beneficio.
Muy de acuerdo con el fondo del post, en línea con cambiaelmundo quisiera añadir que no ha de confundirse 'Estado' con gobierno.El primero es una estructura más duradera,-por fortuna-, que la segunda.
Saludos.
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