martes, marzo 27, 2007

La Tentación Burocrática


Había una vez una mamá que tenía muchos hijos muy buenos, pero -como en todas partes- uno de los más jóvenes era el hijo “díscolo” de mal comportamiento. Para poder ayudarlo decidió nombrar a otro de sus hijos como el encargado de ayudarlo a cambiar su actitud. Lo nombró su subsecretario. Cuando la madre le preguntó al subsecretario porque no había logrado nada, este decía que había trabajado duro, pero que no le había sido posible. En vista de los hechos la buena madre le pidió a otro de sus hijos que fuera el supervisor del subsecretario, para estar seguro de que estaba cumpliendo sus funciones y poder guiarlo en su actuar. Lo nombró ministro, pero tampoco pasó nada. Entonces decidió nombrar a otro de sus hijos a cargo del supervisor del subsecretario. Lo nombró superintendente y nuevamente no hubo resultado porque el superintendente culpó al ministro y éste al subsecretario y todos entre sí se culparon y defendieron mutuamente. Hasta que un día alguien – quizás el vecino de la vereda de enfrente- le sugirió a la madre acercarse directamente al hijo en problemas, ver qué le pasaba y terminar con las delegaciones, títulos y encargos.

La moraleja es evidente. ¿Cuál es la mejor forma de solucionar los problemas de la gente? ¿Con más personas a cargo, más sueldos, más burocracia? ¿Esa es la forma de acercarse a las soluciones o la forma de alejarse de ellas?¿Cuándo van a entender nuestras autoridades que para poder gobernar bien, en vez hacer crecer el gobierno hay que “hacer crecer” a las personas, darles más importancia, escucharlos y no seguir pensando que el super poder de la democracia que los eligió los hace más inteligentes y aptos para saber lo que necesitamos las personas?

Hubo una época en que cada vez que había un problema, el gobierno anunciaba como “señal” un nuevo proyecto de ley que solucionaría el tema. Luego, cuando la gente ya se dio cuenta que un proyecto no es más que eso –sólo un proyecto- sumó al anuncio la “voluntad política” de solucionar el conflicto. Con esas medidas nos llenamos de proyectos de ley, algunas leyes y muchas buenas intenciones.

Ahora la cosa es peor. Como los problemas son más grandes – transporte, seguridad, educación- las soluciones son más grandes también y, desde mi perspectiva, peores.

Desde hace un tiempo la gran idea es crear superintendencias o supra organismos para todo lo que no está resultando bien. Para solucionar el transantiago, una “autoridad superior”; para la seguridad ciudadana, un ministerio de seguridad; para el problema de los derechos de aguas, una superintendencia; suma y sigue. ¿No se supone que la autoridad superior en todos los casos es la Presidenta de la República?

De esta forma, cuando algo está resultando mal designamos nuevos equipos para que guíen y controlen a los que ya existen y así con más gente, más reglas, más gastos, más burocracia, se pretende mejorar una gestión ineficiente o solucionar un problema al que no se le ha encontrado solución.

Quizás si de una vez la presidenta se decidiera probar y en vez de hacer crecer el gobierno se acercara a la gente, quizás su gobierno sería realmente un gobierno ciudadano.

2 comentarios:

Francisco Ortiz dijo...

Tan kafkiano el mundo visto desde aquí, desde un poquito de fuera, ¿verdad?

Marta Salazar dijo...

sí, el comportamiento de algunos políticos es realmente kafkiano, la burrocracia, en sí, es kafkiana, saludos Francisco! Muy buenos tus blogs!