El periodismo escrito en España se ha tomado muy en serio esa presunta función ideologizadora que dice tener el periodismo. O si se quiere, "de formación de opinión".
En el último mes, precisamente, el mes de inicio "oficial" de la crisis en España, los tres periódicos nacionales que suelo seguir con mayor fidelidad, El País, Público y El Mundo, han promocionado o simplemente se han adherido a algún manifiesto en principio sacado adelante por gente ajena a los periódicos.
El primero en abrir este juego fue El Mundo, con su apoyo (mío también, y sigo pensando así) al manifiesto que por el castellano como lengua común de los ciudadanos españoles, impulsaron el filósofo Savater y otros. Tele 5, en la parte no escrita, parece que también se ha adherido.
Por su parte, "Público" sigue empeñado en ahondar en la falacia de que quien defiende el castellano es de derechas y retrógrado, y quien defiende las (hiperdefendidas por los estatutos autonómicos que tanto afán tienen en señalar las diferencias, aquí en el País Vasco además de forma excluyente) otras lenguas españolas, de izquierdas y además molón o molona. Y en consecuencia han sacado su propio manifiesto "por el plurilingüismo". Como si aquellos a los que el castellano nos chifla tanto como para desear que sea el marco en el que desarrollarnos como personas fuésemos tan carcas y roñas de no querer saber euskera, catalán o gallego.
Mi opinión es una pregunta: ¿por qué ninguna de esas autonomías con segunda lengua vernácula -porque el castellano también lo es, en todas ellas- no invierte un solo céntimo en expandir esos idiomas fuera de las fronteras autonómicas? Pero no al modo vasco o catalán, invadiendo las ondas y espacios culturales de las comunidades autónomas vecinas, sino promoviendo el conocimiento de esos otros idiomas lejos, qué sé, yo, en Madrid, por ejemplo, o Andalucía. ¿No será acaso que lo que se pretende, velada o inconscientemente, es usar el idioma para seguir controlando el terruño y generar más y más diferencias con quien no "tiene" -y ese verbo es clave- esos otros idiomas?
Por su parte, desde El País se está apoyando, con espacio, un manifiesto sobre periodismo y derechos humanos, que también yo firmaría si fuese periodista, pero en el cual se echan en falta aún adhesiones de profesionales de medios que no sean de TVE o del conglomerado comunicativo Prisa. Por eso, y aunque el periódico, creo, aún no ha dicho que lo apoya ni nada en general más allá de lo que una de sus periodistas (y bloguera) Rosa Jiménez Cano ha venido publicando, lo incluyo en este post, del que las siguientes conclusiones personales:
- Los periódicos españoles no están ya al servicio de descubrir la verdad y difundirla, sino que se basan en jugar en el mercado de las ideas, apuntalando con toda sus fuerzas sus visiones (editoriales) de la realidad.
- La crispación política, que tantos réditos le ha quitado al PP y dado -presuntamente- al PSOE en las pasadas elecciones generales, en vías de desaparición, es un excelente negocio para EL Mundo y Público, por ahora. Agitar las conciencias en tornos a idiomas me parece despreciable: a ninguno de esos dos periódicos les importan un pito los hablantes.
- Algunas buenas causas no son apoyadas por venir de la mano de la competencia, con lo cual se hace una distinción entre causas: buenas si las echo yo a andar, malas si son de otra empresa. Pero: ¡las causas no son de las empresas!
El castellano no es de derechas, ni el euskera, el catalán o el gallego, de izquierdas, y el periodismo anclado con fuerza a los derechos humanos no es algo sólo digno de El País. ¿Tendré que aumentar aún más los medios generalistas que sigo para aumentar la objetividad de mi visión de la realidad? Y otra pregunta más, con toda la mala leche que querais ver: en esos periódicos: ¿piden carné de pertenencia política o ideológica a los periodistas que contratan? (Bueno, en ésos y en los otros dos que se os puedan ocurrir).
M@k, el Buscaimposibles
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